estas orillas

Fui a ver la exposición de Ergo, materia. Arte povera. Realmente salí de viaje en cada espacio que visitaban mis ojos, en cada instalación, en cada obra de arte encontré un mundo desconocido que se reencontraba en mi. No pude escapar de mi curiosidad y querer ser parte de aquello, así que salte el espacio, salte al año de 1967 y desde allá vi mi sombra afuera del espejo. Le agradezco al autor Michelangelo Pistoleto por invitarme a saltar, le pido disculpas por el atrevimiento y espero no estar interfiriendo en este post con ningún derecho de autor.

Los vecinos construyen su casa, rompen el espacio con su casa, esta construcción deja huella de su existencia. Elaboran matemáticamente un cuadrado perfecto que les dará un techo a sus cabezas. Esas piedras que habitarán sensibilizan a todos los demás de su presencia en el mundo, los ojos, el tacto mismo darán cuenta de que aquello existe. Mis palabras no son tan vistosas caben en este cuaderno y puedo habitarlas y deshabitarlas en cada idioma. Nadie más las ha visto y proponen un paisaje que es imposible tocar. Construyo mis letras con oficio conciente de que aquel que las habite tendrá que desdoblarse hacia su imaginación. Y desde allá en lo imaginario dar fe de que estas palabras existen. Aunque ya no importe, porque el lugar donde esta ahora no le interesan estos vehículos hechos de tinta negra que significan un enunciado. Las palabras por su significado lo han desbordado. Ahora piensa en otra cosa y los renglones con sílabas, con puntos y comas, solamente lo han llevado a instalar...