Veo al cometa arder, abre señales, traza caminos etéreos para sostener la esencia, la levedad del alma.
El humo intrigado lo persigue sin saber que es la huella, aquello que dejó de ser.
Tan frágil... deja su impronta para que la llama arda en el infinito.
Buscamos perpetuamente los abismos de la pregunta, y cada tarde alguien se da cuenta que dejó de ser llama y ha vuelto a ser evanecencia transparente en el aire.

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