¡Decoloración!
Leo, ahora leo una novela que se llama "Papillon" en un párrafo esta escrita la trampa de la decoloración de los billetes de 500.00 francos, para luego imprimir en ellos los de 10,000.00
con maestría ejemplar del que es un artesano de oficio.
Pienso en muchas cosas sobre los billetes, me concentro en los de este tiempo, con ventanitas en distintos lados y hechos de un material plástico, que si recuerdo bien se llama polipropileno.
Sobre todo pienso en la posibilidad de la decoloración
de los libros.
Es una fantasía, pero me imagino ver desaparecer cada letra, hacerse una a una invisibles.
Tal vez algunas queden dispersas escurriendo abajo del libro que se desangra en tinta negra.
Ahora, ¿cómo le imprimimos letras, frases, enunciados, diálogos... más valiosos?
En los billetes es fácil los números tienen un valor asignado en la moneda de cambio y los ceros en algunos casos valen cada uno más oro y en otros son sólo señal de que se ha perdido todo.
Pero, a la letra no le corresponden los signos de las transacciones prácticas; ella está colocada en un sitio en donde a veces sólo se le encuentra con la poesía, o cuando su quehacer es más científico se llega a ellas por otras veredas. A veces también, es simple letra de cambio como cuando intercambiamos los “buenos días” en un cuento corto que inicia en cada párrafo y termina en cada punto.
No vale la pena decolorar libros y reorganizar las letras, no habría en ese acto ningún negocio a la alza. Las letras nuevas, si las hubiera, para alguien valdrían una respuesta, y para otro quizá, no valdría la pena seguirlas leyendo.
Entonces, ¡Qué dicha tenemos!
Cada quien puede elegir el valor de la palabra.
con maestría ejemplar del que es un artesano de oficio.
Pienso en muchas cosas sobre los billetes, me concentro en los de este tiempo, con ventanitas en distintos lados y hechos de un material plástico, que si recuerdo bien se llama polipropileno.
Sobre todo pienso en la posibilidad de la decoloración
de los libros.
Es una fantasía, pero me imagino ver desaparecer cada letra, hacerse una a una invisibles.
Tal vez algunas queden dispersas escurriendo abajo del libro que se desangra en tinta negra.
Ahora, ¿cómo le imprimimos letras, frases, enunciados, diálogos... más valiosos?
En los billetes es fácil los números tienen un valor asignado en la moneda de cambio y los ceros en algunos casos valen cada uno más oro y en otros son sólo señal de que se ha perdido todo.
Pero, a la letra no le corresponden los signos de las transacciones prácticas; ella está colocada en un sitio en donde a veces sólo se le encuentra con la poesía, o cuando su quehacer es más científico se llega a ellas por otras veredas. A veces también, es simple letra de cambio como cuando intercambiamos los “buenos días” en un cuento corto que inicia en cada párrafo y termina en cada punto.
No vale la pena decolorar libros y reorganizar las letras, no habría en ese acto ningún negocio a la alza. Las letras nuevas, si las hubiera, para alguien valdrían una respuesta, y para otro quizá, no valdría la pena seguirlas leyendo.
Entonces, ¡Qué dicha tenemos!
Cada quien puede elegir el valor de la palabra.
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