No comprendo al amor
¿Usted es de aquí?
-No, – dijo Alberto – yo aquí llevo veinte años, hice vida ya aquí. Mi tierra es Veracruz, pero ya no me voy pa´ allá. Tengo mis hijos, la más grande va llegando a los dieciséis y de ahí pa´ abajo, nada más tengo tres.
Pero pues mi vida es un desastre (yo no sé porque te cuento esto), pero mi esposa me engaña; y luego a veces pienso en irme allá a mi Veracruz, pero no.
Si así mi familia está destrozada…
No siento enojo, siento tristeza, porque yo me pongo a pensar que a esta edad que tengo y no comprendo lo que es el amor. ¿O será que hay varios tipos? Porque como yo la quise a ella; ella no me quiso.
Y como yo le dije a ella – tal vez yo no supe decirte como te quería yo – pero le hice casa, a su nombre y todo.
Ahora, hablemos de la religión que sea, la que sea; (me dijo) la que tú quieras, entonces si en esas estamos; hay dos mandamientos que para todas valen lo mismo. El primero: debes querer a Dios con todas tus fuerzas, la del alma y la de la mente; el segundo: amarás al prójimo como a ti mismo. Y como yo veo, alguien que quiere, que se quiere, no le hace eso al otro. Porque esto que yo siento no se lo deseo a nadie.
Ella me dice - ¿A dónde me voy? Si no tengo a dónde ir –
- No, nadie te corre – le digo – yo pienso en mi familia, mis hijos, si me voy a Veracruz todos se me van a desvalagar. Unos me siguen… la grande ya no me sigue.
Les digo a ellos, a mis hijos, que sirviera esto que siento para que se den cuenta de cómo es esto; esto que yo vivo, esta tristeza.
Pero quién sabe si sirva.
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