Aquí estoy. Tan alta mi muralla. No te quiero conocer. ¿Para qué saltar el muro? Lo que me define está aquí adentro. ¿Tú lo ves? No. También tienes alta tu muralla. No hacen falta las rocas, lo que hay que mover es tan frágil, tan pesado como un pensamiento. Aquellos falsos muros invisibles de miradas petrificadas... Queda una posibilidad ser saltadores de muros derribar las barreras mentales: Conocernos.
Hasta que leí ese cuento no lo había pensado: somos dos. Te levantas en mis pensamientos "ay ay ay" siembras tu patria. Discuto contigo lo que haremos. No me había dado cuenta que a veces me susurras cuentos oscuros, o desatas la insensatez dela carcajada. Al menos no hemos hablado de matar a nadie. No he encontrado un arma, creo que nos gusta más la posibilidad... por eso nos instalamos en la tristeza: es como una fogata en la que tú y yo nos calentamos. Desde lo profundo te veo hablar como el fuego. Eres el fuego. Me arrullo, me duermo y vienes en la mañana con reclamos, con tormentos. No te olvidas de mi. Eso me hace saber que sigo viva. Te propongo música, movemos los acordes. Siempre has estado aquí. Eres natural como los silencios cuando no estás.
Pienso que si hubiera sido un poco más inteligente, me hubiera gustado ser científica. Contribuir con algo y precisar de manera matemática las funciones de nuestra materia gris. La órbita precisa de Venus, la interacción de los átomos estables. Pero no fui nada de eso, así que decidí escribir para inventármelo todo. Es la imaginación la gran hazaña del que no calcula. Sin filtros: creas alguna mentira conveniente y sigues. La pasión necesita la cruel verdad del hincha. Ese que dice “saber” y no cambia. Por eso soy curiosa nunca me gustaron las verdades, me parece suficiente la duda. ¿Me abrirá Dios las puertas cuando me vea o dudará que he existido? Tal vez, al no entregarle ninguna aportación finita del camino de mis pasos ella también dude de mi. Prefiero que Dios sea Diosa. Hasta ahí llega mi duda.
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