Nuestra memoria que en su lejanía inventa el pasado,
mi memoria, que te inventa siempre distinta,
mi sangre que calla su voz debajo de la tierra.

Lágrimas que perforan todos los huesos,
los duendes, que juguetones transforman a la fortuna,
los molinos que juegan con el cielo.

Pero a ti y a mí se nos acabaron las nubes del presente,
las palabras no encuentran el milagro
y cruje nuestra alma,
llueve, y en el hueco de nuestro pecho
los signos incomprensibles de la nada.

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