En el penúltimo parpadeo de esta tarde
despido al iris del sol
que se esconde abajo de la noche.

¿Dónde amanece la luz que ya no es mía?

Viaja en secreto esta duda
más allá del polvo en las montañas,
de los cangrejos de piel robusta,
de las heridas en el cielo.

Viaja, para traerme el parpadeo de un nuevo día
y vivo en el recuerdo de la muerte que fui ayer,
recordándome la muerte de mi hoy
que será tinta negra de luto
en la palabra del que se despide y se saluda.

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