Luchaba contra sus ideas

Luchaba contra sus ideas, pero no podía, dueño de ellas, y sin embargo, parecía que se sostenían sin él.

Adentro era una batalla, el cerebro delicado se revestía de rojos colores: sangre.

Se imaginó otra idea para luchar contra aquellas que parecían haber nacido solas, ajenas, distantes.

La parte en la que vivía pensaba muy a menudo que él no podía haber cosechado esas ideas, no debía pensar en ellas, la negación de esa idea la hacía levantarse aún más verídica y poderosa.

¿Quién era sino sus ideas? Y si las desconocía, entonces, ya no era.

No quiero ser aquel ajeno a mi que se levanta en mi mismo sin que yo luche contra mis ideas.

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