Maquinaria de metáforas
Hay una máquina de pintar ¿tú lo sabías? Puedes subirte a ella como en una bicicleta, le das cuerda y ella pinta lo que le da la gana.
Vas girando tus piernas y si piensas en un paisaje ella busca un amarillo pálido de tanto estar ahí sin usarse y pinta algo que no comprendes; al fin y al cabo su lenguaje no es el tuyo.
Luego, le dictas una palabra y ella recupera una metáfora.
Piensas en la existencia. Ella toma el azul del cielo sin una nube y hace que respires para que no te mueras.
Hace sonidos mientras pinta, para hacerte saber que va pasando el tiempo, yo le di el color rojo a la máquina pero no supo hacer el sol y le dejó al vacío el blanco para que me sople el viento.
Hace frío. Me detengo. Quería seguir en la bicicleta por ciudades incomprensibles hechas por una máquina a la que le doy vuelta, pero ella busca otro lienzo, empuja mis ojos a la calle verdadera: El abrigo, la bufanda, las manos en los bolsillos ¿cómo se siente el frío? Como peces en los zapatos que no dibujó la máquina.
Si pudiera volver me gustaría ser el sonido delicioso de la pintura, éste que viéndolo, es sólo silencio.
Recuerdo del Museo Tinguely, Basilea.
Vas girando tus piernas y si piensas en un paisaje ella busca un amarillo pálido de tanto estar ahí sin usarse y pinta algo que no comprendes; al fin y al cabo su lenguaje no es el tuyo.
Luego, le dictas una palabra y ella recupera una metáfora.
Piensas en la existencia. Ella toma el azul del cielo sin una nube y hace que respires para que no te mueras.
Hace sonidos mientras pinta, para hacerte saber que va pasando el tiempo, yo le di el color rojo a la máquina pero no supo hacer el sol y le dejó al vacío el blanco para que me sople el viento.
Hace frío. Me detengo. Quería seguir en la bicicleta por ciudades incomprensibles hechas por una máquina a la que le doy vuelta, pero ella busca otro lienzo, empuja mis ojos a la calle verdadera: El abrigo, la bufanda, las manos en los bolsillos ¿cómo se siente el frío? Como peces en los zapatos que no dibujó la máquina.
Si pudiera volver me gustaría ser el sonido delicioso de la pintura, éste que viéndolo, es sólo silencio.
Recuerdo del Museo Tinguely, Basilea.
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